Hermanamiento Poetico

Uno de mis mayores logros en la impensada tarea de hacer gestión cultural fue conseguir que la idea planteada por el poeta Pedro Enriquez de Granada en una visita al Festival Internacional de Poesía de Rosario, de hermanar a Granada con nuestra ciudad de Rosario a partir de la poesía fuera posible.
Me puse al frente de esta notable idea y junto a Pedro nos entregamos por entero a trabajar para ir cumplimentando el riguroso formato de la diplomacia como corresponde en estos casos. Ya que la idea era lograr que un grupo de poetas de ambas ciudades fueran embajadores culturales de las mismas “En la otra Orilla”. A mi me cupo la gran responsabilidad de tomar la iniciativa en nombre de los poetas de Rosario para que pudiéramos viajar a Granada, producir el tan deseado hermanamiento poético con la insigne ciudad Andaluza, tierra natal del gran poeta del siglo XX Federico García Lorca.
Esto sucedió en el mismo año en que Rosario fuera declarada sede del Congreso de la Lengua Española , y en donde el Teatro El Circulo fuera sede principal de este evento extraordinario.
Concretado el objetivo y al llegar a la ciudad de Granada se realizaron múltiples actividades que comprendieron visitas al Ayuntamiento, la Academia de las Buenas Letras y la Universidad donde se estima concurren ochenta mil alumnos de distintas nacionalidades y en diferentes disciplinas. Se realizaron exposiciones de la poesía rosarina cumpliendo una estricta agenda de trabajo como representantes culturales de nuestra ciudad y dichas actividades se extendieron también a la Feria del Libro de Granada, donde se presentó el libro “Poetas de Rosario, desde la otra Orilla”, colección Granada Literaria. Patrocinada por el Ayuntamiento de Granada, Edición a cargo de Pedro Enríquez y Andrés Neuman.
También participamos como invitados compartiendo lecturas con poetas de Granada en la casa museo Huerta de San Vicente de Federico García Lorca, donde difundimos la historia de la poesía de Rosario. Terminando nuestras actividades en los distintos museos Lorca de Granada.
Esto hubiera sido imposible sin la colaboración y buena voluntad de algunos de los poetas que aquí están mencionados, que pusieron todo su esfuerzo para que esto sucediera como un verdadero acontecimiento histórico. “Desde la otra Orilla” no hubiera sido posible sin la iniciativa y colaboración desinteresada y sentido de hermandad del poeta Pedro Enriquéz copartícipe de este sueño hecho realidad. En cada lugar de nuestras actividades en Granada se debe agradecer el desinterés y la preocupación de los medios gráficos y televisivos y del pueblo en general por su gran participación y deseos fraternales de mutuos conocimiento con que contó este encuentro que podemos denominar nuevamente histórico y que será recordado aun cuando pase el tiempo.
Participaron de este proyecto como invitados los siguientes poetas:
Concepción Bertone, Eduardo D’anna, Hugo Diz, Enrique Gallego, Sergio Gioacchini, Nora Hall, Guillermo Ibáñez, Andrea Ocampo, Susana Valenti y Beatriz Vignoli.
Fue invitada junto a nosotros la poeta Graciela Aráoz, actual presidenta de la SEA (Sociedad de Escritores Argentinos) quien se avocó a la difusión de la poesía Argentina haciendo un aporte de compañerismo y valor necesarios en el grupo, además no podemos dejar de soslayar la presencia del artista plástico argentino Mario Lozada radicado desde hace muchos años en Estados Unidos, donde ha hecho casi toda su carrera. Su presencia vital, su cordialidad y sentido del humor más su arte como ilustrador contribuyeron en mucho a que este grupo de poetas se afianzara en camaradería y amistad.
Hay que destacar la enorme colaboración, esfuerzo y compañerismo de todos los poetas de Rosario para poder ser protagonistas de este excepcional acontecimiento. Único por la cantidad y calidad de poetas participantes, tanto en Rosario como en Granada.
En el año 2005 la invitación fue retribuida por gestión de la “Asociación Cultural El Circulo” en mi persona y la del director del teatro Guido Martínez Carbonel, quien dio el aval a nuestro sueño apoyando financieramente la Asociación Cultural , la estancia de los poetas Granadinos en nuestro medio y de lacual quedó la edición del libro “Poetas de Granada desde la Otra Orilla ” de la cual se hizo una edición gemela de la editada en Granada a cargo de Eduardo D’anna y Hugo Diz, quienes seleccionaron a los poetas participantes. Estas actividades tuvieron auspicio de la Municipalidad de Rosario, el gobierno de la Provincia , la Universidad Nacional de Rosario y el gobierno de la Nación.
A continuación voy a mencionar a los poetas de Granada que participaron activamente en la Antología que se edito en la editorial Tinta Roja de Rosario.
Hay un agradecimiento especial para José Carlos Gallardo (1925 – 2008), poeta granadino radicado en Argentina que vivió también un tiempo en Rosario y a Eva Velazquez Valverde por su colaboración y trabajo incondicional y a Juan de Loxa, director en esos días del museo “ Casa Museo Federico García Lorca de Fuente Vaqueros” , Al Museo de Valderrubio y toda su hermosa gente, particularmente a Paco Vaquero y su esposa y a tanta gente que ahora el tiempo va borrando en la memoria a Granada, su encanto, su duende.
Participaron de la edición Rosarina los siguientes poetas de Granada: José Carlos Gallardo, Francisco Acuyo, Rosaura Alvarez, Emilio Vallesteros, Marga Blanco, Antonio Carbajal, José María Cotarelo Asturias, Pedro Enriquéz, Teresa Gómez, Rafael Guillén, Juan J. León, Ignacio López de Aberasturi, José Lupiániez, Ángeles Mora, Gregorio Morales, Andrés Neuman, Arcadio Ortega, José Rienda, Milena Rodríguez, Daniel Rodríguez Moya, José Carlos Rosales, Álvaro Salvador, Fernando Valverde y Fernando de Villena.
Héctor Berenguer

A MODO DE PRESENTACIÓN
Eduardo D`anna.
Poeta crítico literario y traductor- Rosario 1948
Gracias a la lucidez y comprensión de un miembro del empresariado Rosarino hoy podemos presentar esta Antología de Poetas de Granada, que no solo hace posible para nosotros lectores el conocer un espectro inusitado de los autores que trabajan en ese ámbito sino también retribuir la generosa iniciativa del Ayuntamiento de aquella ciudad que editara en mayo de este año trabajos de once poetas rosarinos, y con el nombre de «poetas de Rosario – Desde la otra orilla», los incluyera en su Colección Granada Literaria, junto a ilustres nombres de su propia literatura, en inequívoco gesto fraternal.
Y a mi entender, por cierto que muchas cosas nos hermanan con los poetas granadinos, no se trata de una simple frase cordial de circunstancias, por lo que hemos podido ver en nuestra -¡ay!- demasiado corta visita, y a pesar de la indudable prosperidad económica y cultural que ha venido gozando la panínsula, en estos últimos años que atenúa las contradicciones, ellos sufren, al igual que nosostros las consecuencias de estar apartados de las metrópolis de cultura. El hecho de que este emprendimiento se haya hecho al margen de esos grandes centros – y todo lector argentino sabe pefectamente a que me refiero en nuestro caso, cuando destaco que esto se ha hecho sin la intervención de Buenos Aires – le da un valor realmente excepcional y que no corresponde desaprovechar.
Aunque, desde luego, no todas la voces esten representadas – no sería posible ni legible – se leerán obras de fuerte significación que hasta ahora nadie – nadie con poder cultural, quiero decir – había considerado necesario que conocieramos «desde la otra orilla».
Pues para los rosarinos no constituye ningún misterio esa imputación de embudo, que Gallardo , con gracia andaluza, atribuye a Granada en su prólogo.
Nosotros, huérfanos de los síglos y de los pueblos que han cimentado la identidad de esta ahora nuestra hermana, tenemos como contrapartida la ventaja de saber que ese «embudo» no es más que el nombre metafórico de una cultura que se funda sobre la exclusión de su periferia, clausurándola en el localismo, como ya lo dice recientemente con claridad una voz crítica.
Pero ya llega el día sin andaluces (ni rosarinos) «profesionales», según la injusta acusación de Borges y este libro que hoy se publica, con aportar lo que una inevitable frase no podemos sino llamar su granito de arena , habrá colaborado para que «esta travesía no tenga final». según la feliz expresión de Pedro Enriquez en la presentación de aquel libro que, por primera vez, llevó la voz de la poesía de Rosario a las tierras de la Alhambra.
Eduardo D´anna
Rosario (Santa Fe) Argentina, enrolado en el «cotidianismo», o «coloquialismo», corriente que reivindica el habla común y los referentes cercanos al lector. Como crítico literario ha procurado señalar las caracteristicas de la literatura de su ciudad, anómalas hasta hace muy poco dentro del canon habitual en la Argentina. Es también novelista, autor dramático y traductor.
Prologo
José Carlos Gallardo
Más que pacto entre dos ciudades, digamos, entre dos orillas atlánticas – una de ellas penetradora en el litoral argentino-. Granada y Rosario han suscripto acta de hermandad. Este hermanamiento se origina en dos grupos de poétas que establecen en el planeta del verso un par de meridianos que no fijan diferencia horaria, ni siquiera de lengua: son una misma sangre corriente la que abre un arco voltaico de un continente a otro. Un poetiducto excepcional pues no tengo noticia de que en otro lugar del mundo se haya producido fenómeno semejante. Ya que entendemos y hablamos de la lengua como patria, aquí tenemos dos provincias aéreamente colindantes, una compenetración de propuestas y objetivos, un ir y venir a lo largo de este mágico nivel de vasos comunicantes.
Si bien soy granadino, resido en la Argentina desde 1957. A los dos días de haber puesto pie en el Hotel de Inmigrantes pisé tierra litoralense, y en ella permanecí ocho años, hasta 1965. Mis dos hijas mayores son rosarinas y mi primera esposa falleció el año que me despedí de Rosario.
No intento presentarme sino señalar el vínculo que me une a la ciudad santafesina.
El nacimiento de esta familia poética tiene un padre Pedro Enriquez, poeta granadino que fue invitado al Festival Internacional de Poesia y soldó su alma con la de los poetas que lo recibieron y escucharon. En mayo de esta año viajó a Granada una primera delegación representativa de esta cofradía rosarina que ahora recibe y escuchará a su hermana andaluza.
Carezco de méritos para presentar a poetas que vienen ya valorados y respetados por una obra que ha merecido este trasvase de fronteras, o por mejor decir, de distancias de la mar océanica. Quizá la circunstancia de mi residencia en Rosario haya estimulado a los organizadores a que yo abra la puerta a estos paisanos mios que treaerán consigo el aire renovador de una palabra plenamente ahincada en nuestra ancha patria linguistica.
Granada tiene forma de circo romano, más aún, de embudo, pues la ciudad esta rodeada de sierras. Todo cuanto cae en ella se adelgaza, afina y gotea hasta esencializarse. Algunos han estimado esta conformación geográfica como dique, como imposibilidad de salida de sí misma. Pero no es así: la avanzadilla granadina que cruza el Atlántico es prueba inequivoca de lo contrario. Lo que interpreto de esta concepción es que el poeta de la ciudad de la Alhambra genera un epicentro vibratorio y lo proyecta a lo ancho y largo de la mitica rosa de los vientos. (Rosario)
Esta pureza por el momento, idiomática es la que nos llega en esta delegación de poetas granadinos a los que saludo y con los que me uno para retornar a la segunda tierra primerizamente mía en la Argentina: Rosario.
José Carlos Gallardo
Nació en Granada en 1925. En 1957 se trasladó a Argentina. donde se radico en Rosario lugar donde vivió hasta 1965 Fue jefe de Cursos del Instituto Argentino de Cultura Hispánica y secretario de la Oficina Cultural de la Embajada de España. Periodista, conferenciante, novelista, ensayista, crítico de arte… Fue fundador y actual presidente del Aula de Poesía Española «Antonio Machado», en Buenos Aires. Murió en octubre de 2008.
Su abundante obra poética consta de inumerables publicaciones, por mencionar algunos «Hombre caido» (1955). «Oda al Paraná» (1965) Obra compuesta en Rosario «La edad del patio»(1968). «Dolor en cera» (1979). Manifestaciones (1981), «La soledad en fiesta» (1986), «En la orilla de luz levanta vuelo» (1989), «Versos a la memoria de mi padre, aún vivo» (1991), «La luz tená sabor a ojaldre»(1996), «Casidas y otros perfuumes» (1998), «Derrame cerebral» (2001), Y otros poemarios.
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A MODO DE PRESENTACIÓN
Pedro Enriquez
La palabra nos une, nos congrega el mismo lenguaje, nos acercan las mismas raices. Argentina acogió a los escritores españoles en épocas desoladas. Hoy la poesia sigue siendo un motivo de encuentro entre ambos países.
El Festival Internacional de Poesía de Rosario (Santa fe, Argentina) ha sido el germen de un estimulante proyecto de acercamiento cultural con la ciudad de Granada. En otras ocaciones, aún en tiempos de crísis, Rosario a acogido a los artistas granadinos con respeto y generosidad: sirva como ejemplo el Primer Encuentro de Flamenco, con Enrique Morente, los poétas invitados al Festival de poesía , o la atención a la obra poética de un autor granadino muy vinculado a su tierra como es José Carlos Gallardo, sin olvidar las conferencias que diera Lorca en Rosario durante su mítica estancia en esta tierra santafecina.
La visita de poetas rosarinos a Granada, en el marco de la Feria del Libro del presente año, supone una continuación de ese intercambio, ahora desde la otra orilla. Esperamos que, una vez ineugurada, esta travesía no tenga final.
Pedro Enriquez
Nació en Granada en 1956, varia veces premiado, sus poémas han aparecido antologías y revistas literarias y pinturas en exposiciones plásticas. Ha sido traducido al portuguéz, frances, hebreo e inglés e italiano. Es también autor de relatos breves, dirige la revista literaria Ficciones y es periodista, organizador y asesor en y de eventos culturales Actualmente Poesía en el Laurel. Y es miembro del Movimiento Mundial de Poesía. Ha investigado en colaboración con otros autores acerca de los archivos históricos y bibliotecas de su ciudad y confeccionado su mapa cultural.. Participa en innumerables festivales internacionales de poesía. Su obra por las dimensiones y la calidad preferimos omitirlas para mejor información sobre el, ver Wikipedia
LA POESÍA DE ROSARIO
Roberto Retamoso
Situada a unos trescientos nueve kilómetros al norte de Buenos Aires (la Capital Federal de la República Argentina), en la provincia de Santa Fe, la ciudad de Rosario alberga más de un millón de habitantes, y se ha caracterizado tradicionalmente por su actividad mercantil y en algún momento industrial.
Para las dimensiones del país, cuya extensión se mide en miles de kilometros esa distancia respecto de Buenos Aires resulta poco significativa.
A diferencia de otras ciudades Salta, Mendoza, Corrientes o Neuquén todas distantes de la capital federal y situadas en verdaderas regiones geográficas, políticas y culturales, la ciudad de Rosario no logra adquirir los rasgos distintivos que caracterizan a esas otras poblaciones.
Más aún: su contigüidad respecto de Buenos Aires y el hecho que territorial y culturalmente pertenezcan a una misma región – La llamada Pampa Húmeda – por encima de los límites políticos y administrativos que las separan al hubicarlas en dos provincias diferentes, hace que la fuerte presencia de Buenos Aires actúe como verdadero polo de atracción que dificulta, cuando no impide, la asunción de un perfíl o de una identidad idiosincránica.
Por otra parte la historia del país tampoco a permitido, con facilidad, la asunción de ese perfil. Hasta mediados del siglo XIX Rosario era una población de escasa importancia, que comenzó a crecer y a gravitar después de concluido el período de enfrentamientos entre federales y unitarios hacia ese entonces. En algún momento de ese período se llegó a proponer, inclusive, que Rosario sea la capital de la Confederación Argentina pero los avatares de la historia nacional hicieron que ese proyecto nunca llegase a concretarse . Lo cierto es que Rosario siempre quedó relegada en esa clase de aspiraciones, resignando incluso la condición de capital de provincia, que siempre estuvo en manos de la ciudad de Santa Fe, mucho menor que Rosario y de un peso económico y político inferior.
En ese marco, otro factor importantísimo que modeló de manera decisiva la vida de la ciudad fue la inmigración europea acaecida desde fines del siglo XIX. Como es sabido, los principales pensadores y dirigentes argentinos de ese siglo promovieron fuertemente políticas inmigratorias en la convicción de que, como sostenía uno de ellos, «gobernar es poblar». De ese modo entre las últimas decadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX centenares de miles de europeos, principalemente meridionales, pero también del este, desembarcaron en el país buscando un nuevo horizonte de vida. Ese flujo inmigratorio se radicó mayoritariamente en la Pampa Húmeda, por lo que su precsencia en las ciudades de la región resultó mas gravitante. Así mientras que las ciudades de otras regiones mas distantes de Buenos Aires (que funcionaba como la primera instancia de recepción de inmigrantes) lograron conservar cierto perfil étnico y cultural tradicional, en el caso de Rosario, como en el de Buenos Aires, la fuerte presencia de los inmigrantes europeos produjo notorias mutaciones a nivel cultural y social.
La suma de esos factores históricos hizo que Rosario entrase en el siglo XX como una ciudad en un proceso de crecimiento demográfico y económico muy destacado. – debe recordarse que su condición de ciudad portuaria a la vera del río Paraná le asignó históricamente un rol importante como centro mercantil en el intercambio comercial con europa -, que imponía al mismo tiempo una cultura de mezcla y de formas híbridas, caracterizada por su heteroglosia y su heterogeneidad. Sobre ese sustrato cultural, y en el contexto de un vinculo de contigüidad con Buenos Aires que establecía una relación asimetrica y muchas veces subordinada, debe analizarse entonces la emergencia de las diversas disciplinas artísticas en Rosario a lo largo del siglo XX y particularmente la de una poesía escrita en la propia ciudad.
Desde ese punto de vista, puede decirse que la historia de la poesía de Rosario a lo largo del último siglo no es más que la historia de un movimiento en absoluto homogéneo o uniforme, condicionado por la serie de factores históricos y culturales enunciados mas arriba. Por ello, hablar de la poesía escrita en Rosario, supone, en primer lugar, desechar la hipótesis de algún tipo de identidad cultural a nivel de sus manifestaciones.
Por el contrario, si hay algo que caracteriza el devenir de la poesía de Rosario ello es su radical diversidad. No obstante, podría decirse de manera genérica y sin dudas esquemáticas que esa diversidad reconoce, históricamente la coexistencia de tendencias opuestas, que la llevan por un lado a la reproducción más o menos epigonal de las tendencias dominantes en la poesía escrita en Buenos Aires y el resto del mundo, y por otro a una busqueda relativamente incierta de algún tipo de elocución singular y local. Esa contradicción no se lee solamente entre obras de poetas distintos, sino también y esencialmente, en el interior de una misma obra, como si esa contradicción fuese la marca de una conciencia poética desgarrada que la hostoria impide soldar.
Considerando esa clase de tensiones en el desarrollo del movimiento poético local, puede decirse que el siglo XX, vio florecer en la ciudad de Rosario, una vasta e importante producción poética. Y si bien sus manifestaciones se remontan a las primeras decadas del siglo, es recien a partir de los años cuarenta cuando la poesía de Rosario accede a una instancia de modernización cultural y poética plena, entendiendo por tal una auténtica puesta al día de su lenguaje, sus formas retóricas y su visión del mundo.
Entre los diversos autores que comienzan a publicar por aquellos años se destacan, de modo singular, poétas como Irma Peirano, Arturo Fruttero y Felipe Aldana. De ellos, el último es, seguramente, el mas comprometido con el espíritu de modernidad, aunque su obra – sobre todo su primer libro – no deseche los vinculos con la tradición.
Sin embargo habrían de ser los años cincuenta y sesenta, signados por notorios cambios políticos, sociales, económicos y culturales, los que imprimirian un rítmo mas intenso a ese proceso de modernización, que se desarrollaba atendiendo tanto a lo que ocurría en Buenso Aires como en los principales centros culturales de Europa. Esas décadas verían surgir a una generación de poétas como Aldo Oliva, Hugo Padeletti, Rubén Sevlever o Rafael Ielpi. de quienes se destacan algunos rasgos en común, como por ejemplo el hecho de haber compartido una serie de experiencias sociales, culturales, políticas que identifican una de las épocas más dinámicas de la historia de la ciudad y el país. En tal sentido, debe decirse que todos ellos estuvieron relacionados con instituciones como la Facultad de Filosofía y Letras de Rosario, que fué desde fines de los años cincuenta y comienzo de los sesenta – en consonacia con la situación de las universidades en todo el país – un lugar de concentración de los sectores culturalmente más productivos de las capas medias. La contigüidad que caracteriza la trayectoria de estos poetas esta signada incluso por el hecho de que todos publicaron en la revista Pausa , surgida de un grupo de estudiantes y egresados de dicha Facultad y que dirigiera en su última etapa el propio Sevlever.
De manera que entre los años cuarenta y sesenta, y gracias a la labor de los autores mencionados, amén de la de otros poetas entre los que deberíamos mencionar a Hernán Goméz, Diógenes Hernández, Fausto Hernández, Beatriz Vallejos, Guillermo Harvey o Alberto Carlos Vila Ortíz, la poesía de Rosario accede a una instancia de absoluta modernidad. La cual no debería entenderse como la resolución de las tensiones y contradicciones a nivel de las orientaciones estéticas y poéticas asumidas en cada caso, sino más bien como el acceso a niveles discursivos aggiornados , que se debaten de todos modos entre la tendencia a la reproducción de modelos y el intento de encontrar una modalidad elocutiva propia.
Sobre la base de ese sustrato histórico, la poesía de Rosario vería surgir una nueva promoción de poétas entre la segunda mitad de la década del sesenta y la primera parte de la del setenta. A esa promoción pertenece una parte considerable de los autores que se presentan en este volumen, de los cualos varios comienzan a publicar por aquellos años. Si bien no constituyen un conjunto orgánico, ciertas afinidades estéticas y poéticas permiten considerarlos de manera común. Entre ellos se destacan los nombre de Hugo Diz y Eduardo D´anna, quienes participaron de una de las revistas literarias publicadas en Rosario más importantes del período mencionado. El Lagrimal trifurca , llamada así por reproducir una expresión tomada de un verso de César Vellajos. El Lagrimal trifurca, dirigida por Francisco y Elvio Gandolfo, también poétas – si bien Elvio desplegaría posteriormente una destacada obra como narrador -, desarrollo una destacadísima labor de difusión y crítica literaria, con un formato y un sentido notoriamente modernos e innovadores. Además de D´anna y Diz, otros autores aquí presentados que comienzan a publicar por aquella época son Guillermo Ibániez, Enrique Gallego y Concepción Bertone.
Hablar de ese período histórico de la poesía de Rosario nos obliga a mencionar otra revista de gran significación, La Cachimba , llamada así por utilizar un vacablo lunfardo con que se designa a la pipa, puesto que sus editores, Jorge Isaías, Alejandro Pidello y Guillermo Colussi eran tres poétas que compartían ese modo de fumar. A diferencia de El Lagrimal trifurca, la Cachimba fue una revista exclusivamente de poesía que también practicó una importante labor de difusión de autores argentinos y latinoamericanos.
Puede afirmarse, en función de todo lo expuesto, que los poétas que aquí se presentan son herederos, de manera más o menos conscientes de la tradición local más arriba descripta. Sin duda quien mayor conciencia posee de esa herencia es Eduardo D´anna, por ser, además de poéta, el único historiados que existe en la literatura escrita en Rosario. Asimismo, desde el punto de vista de su poética es uno de los autores que con más énfasis se propuso representar a la ciudad, partiendo de un lenguaje modulado por una entonación local.
Hugo diz, por su lado, es otro autor que comparte esa clase de orientación poética habiendo practicado una poesía fuertemente política y contestataria. Los poemas que integran este volumen exhiben, al mismo tiempo, el lirismo reflexivo que caracteriza a gran parte de la poesía.
Guillermo Ibáñez, quien actualmente dirige la revista Poesía de Rosario , se caracteriza por el sentido existencial de sus poémas, tal como se lee en los textos que aquí se publican, mientras que Enrique Gallardo es otro de los autores que canta a su entorno inmediato, con un lenguaje despojado donde también resuena el tono de un habla propia.
Concepción Bertone, a su vez, es una poéta caracterizada por un fuerte lirismo, que hace de la metáfora un recurso verdaderamente constitutivo de su lenguaje poético. Igualmente líricos son los poémas de Nora Hall, aunque teñidos por una visión desmitificadora de las convenciones sociales y poéticas. De Susana Valenti puede decirse asi mismo que practica una poesía donde la percepción del universo se representa por medio de un lenguaje tan ajustada como sutil.
Hector Berenguer, por su parte, es un autor que, como los poetas simbolistas y los poétas orientales, concibe el mundo como la manifestación sensible de una realidad trascendente; de ahí el sentido filosófico, metafísico, de sus textos.
Para concluir con la presentación de los poétas que integran este volumen, digamos que los más jóvenes suponen notas distintivas singulares. Así en el caso de Beatriz Vignoli se trata de una poesía que conjuga el rigor formal con un sentiminento minimalista , puesto que habla de una realidad desagregada en detalles en apariencias nimios con un lenguaje eficazmente articulado a partir de un registro claramente local. Mientras que en el caso de Sergio Gioacchini lo distintivo está dado por el uso de un lenguaje conciso, por momentos lacónico, donde se representa un mundo signado por íconos de la cultura contemporánea. Andrea Ocampo, para finalizar, expone una escritura ciertamente descarnada y mordaz, donde la mirada femenina se expone de manera irónica e impiadora.
Una insoslayable cuestión de principios nos obliga a decir, por último, que la muestra que a continuación se publica no debería entenderse como representativa del conjunto de la poesía escrita en Rosario. Por el contrario se trata de una muestra que representa a un sector sumamente importante de la poesía escrita de la ciudad, pero sector al fin. Por ello y aceptando que inevitables razones de espacio hayan determinado la configuración de este corpus, no podemos dejar de señalar, sobre todo para el lector peninsular, que toda una serie de obras no recogidas en esta publicación informan así mismo el horizonte de la poesía actual de Rosario. Sus autores son poétas como Armando Santillan, los mencionados Jorge Isaías y Alejandro Pidello, Celia Fontán, Mirta Rosemberg, Héctor Piccoli, Humberto Lobbosco, Carlos Piccioni, Marcela Armengod, Ana V. Lovell, Martín Prieto, Gabriela Saccone o Gabriela De Gicco, por nombrar algunos de los más destacados que se muestran como equivalentes, desde el punto de vista histórico y generacional, respecto de los autores publicados.
De igual modo, un número considerable mas jóvenes produce en la actualidad, múltiples obras que renuevan vitalmente la poesía de Rosario.
De todos modos los poemas que a continuación se exponen a la consideración de los lectores hispánico son una muestra fuerte, y por lo tanto cabal, de la poesía escrita en esta ciudad para ellos lejana. Es de esperar que por su calidad logren oficiar el prodigio de un acercamiento espiritual genuino, haciendo que autores y lectores fisicamente tan distantes experimenten esa comunión intensa que la poesía promueve como nada ni nadie.
Roberto Retamoso
Es doctor en Humanidades, mención Literatura, por la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad nacional de Rosario (Santa Fe) Argentina.
Roberto Retamoso es Doctor en Letras por la Universidad Nacional de Rosario,. Actualmente se desempeña como profesor en dicha Universidad, en las Escuelas de Letras y Comunicación Social, donde dicta cursos de Teoría y Crítica Literaria y Análisis del Discurso. En sus investigaciones se ha especializado en el estudio de la poesía argentina del Siglo XX, habiendo publicado en 1995 el libro «La Dimensión de lo Poético», que recoge gran parte de esa tarea. Ha publicado también libros de poemas y critica literaria.
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